Ucrania, un laboratorio para la cyberguerra y un evidente vacío del Derecho Internacional.

Mientras el anecdotario Ucraniano se va completando y pronto será ya pasto de conclusiones de consultores en cibereguridad de salón y de presupuestos públicos, con acceso a urgentes contratos millonarios para las exhaustas democracias occidentales, nosotros queremos recoger una pequeña parte de la experiencia de simpatizantes de Hispalinux en Ucrania y una serie de conclusiones necesarias en torno a la actividad electrónica bélica desplegada en ese país.

Ucrania ha sido y es un laboratorio donde, de forma controlada, se juega con los interruptores digitales. Nada generalizado que invite a una opinión pública internacional a sacar conclusiones de lo que puede suponer este tipo de guerra, cirugía bajo un ruidoso telón de ataques DDoS por medio de hacktivistas particulares. No podemos copiar y pegar este tipo de información que pondría en riesgo a personas honestas pero el 20 de febrero paralizaron los terminales POS, interrupciones más o menos localizadas de servicio en móviles y mientras tanto ataques masivos interrumpían y dificultaban el acceso a información local a la ciudadanía, así el Canal 5 (siempre ha tenido problemas durante el conflicto) y la agencia UNIAN también eran objeto de interrupciones de servicio. Todos los medios de comunicación de la oposición experimentan continuos ataques.

Denunciamos los intentos de dibujar la guerra electrónica o cyberwar como otra manifestación de la guerra convencional. Éste es un enfoque interesado y erróneo y condenamos las conclusiones de trabajos como los del grupo de expertos que redactaron el manual de Tallinn (en esa localidad de Estonia recordemos que hubo una de las primera experiencias de ciberguerra). Estos enfoques financiados para respaldar International Strategy for Cyberspace de 2011 de Estados Unidos son los que han adoptado la OTAN y se están consolidando como propuestas no cuestionadas de derecho internacional.

La denominada ciberguerra se centra en la población civil. La cyberguerra es verdaderamente eficiente como herramienta para paralizar toda la actividad social y productiva del adversario. A pesar de su apariencia de incruenta los efectos generalizados de esta tentación tecnológica pueden ser devastadores: nos referimos a la paralización de las comunicaciones, la distribución de electricidad, la información financiera, servicios de emergencia, coordinación del espacio aéreo, transporte, sistemas de decisión públicos, las cadenas de producción de fábricas, incluso la operatividad y contenidos de ordenadores personales en fin la interrupción de las infraestructuras críticas y el caos.

Para sociedades tan enormemente complejas donde su actividad comunicativa, productiva, administrativa e incluso cultural ha sido digitalizada la vulnerabilidad potencial de sus sistemas ante ciberataques es prácticamente total. La cyberguerra es una amenaza a la civilización y en ese sentido las quemas de libros del año 1933 pueden ser una mera anécdota. Poco a poco hemos ido depositando recursos claves de conocimiento y procesos en estructuras informáticas que son enormemente vulnerables y eso es ampliar las posibilidades del calendario, pero hacia atrás ¿qué tal volver a la Edad Media?

Hispalinux está elaborando un documento dirigido al Parlamento Europeo para que la ciberguerra sea regulada por un tratado y que se declare la inmunidad de la infraestructura civil electrónica. Estamos convencidos de que el empleo de estos recursos hay que reconducirlo al Tribunal Penal Internacional.